Quien escribe esta cuasi reseña tiene un libro publicado y varios en proceso, pero siempre se ha dicho a sí mismo: Si hubiera escrito un libro como Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, Los Versos sencillos de José Martí o El Principito de Antoine de Saint-Exupéry me llamaría a escritor, mientras soy solamente un aficionado, alguien que quiere llegar. Hoy traemos a esta página la propuesta de uno de los clásicos modernos más tiernos y a la vez más profundos que se pueda leer.

Escrito como si fuera para niños es realmente un libro para ancianos que quieran seguir creciendo en el conocimiento del ser humano, una puerta para alcanzar la iluminación. Los clásicos no son tales por caprichos del destino o porque a alguien con poder se le antoje. Por más dinero que se le ponga en promoción a un libro este no perdurará aunque se infle la venta mientras la energía de las monedas trabajen. El caso de El Principito, algunas veces traducido del francés original como El Pequeño príncipe es de esos que no necesitaron de empujes ni de coyunturas casuales. Quizás ni el propio autor, piloto de profesión, se propuso hacer tamaña obra literaria, aunque se dice que los genios siempre saben los resultados de sus obras.

Si usted es de esos que quiere estar en contacto con lo mejor de la literatura que lo eleva desde las profundidades del escudriñamiento al espíritu humano lea al Pequeño Príncipe de Antoine de Saint-Exupéry. Si quiere coleccionar por montón frases que son o deben ser célebres lea este libro, pequeño en tamaño pero grande en información, joya del arte literario.

Pero si quiere que sus hijos, sus nietos sean mejores en la vida déjele un libro de El Principito como regalo en alguna ocasión especial. No hay para herir las piedras del alma para que la virtud brote como un libro cargado de belleza como es éste. Creemos en la virtud del arte para mejorar el mundo y eso es lo que poco a poco a través de la historia va logrando Antoine de Saint-Exupéry después de haber desaparecido en un vuelo desde Europa a África cruzando el Mediterráneo. Hay la teoría de que se suicidó. Quizás tenía ya su misión en la tierra cumplida y lo supo, quizás Dios quiso que se fuera de este mundo para que su obra no fuera opacada por una producción amplia como le pertenecía a un hombre que estaba en la flor de la vida. Lo que sea, nos dejó joven pero entregándonos primero su gran tesoro en el libro de El Principito, lo cual todo el que lo lea agradece.