43 Ángel no era un agricultor en el mejor sentido de la palabra

04.05.2016 20:23

La vida en lo que fue el proyecto era un tanto aburrida y un tanto interesante para el joven, único sobreviviente de una accidental masacre. Había soltado los cerdos porque él solo no podía mantenerlos en el corral. Ahora deambulaban por la selva pero regresaban de vez en cuando. Algunas puercas habían parido y venían al poblado con su prole. Las gallinas eran criollas y seguían su vida acostándose en el mismo árbol. Él les daba de la reserva de maíz que quedaba. Ángel no era un agricultor en el mejor sentido de la palabra. Además sobraba el alimento conservado y él había aprendido a usar la cocina que era del jefe. No tenía preocupaciones en ese sentido. Poco a poco había explorado el frigorífico y otros almacenes subterráneos. Había descubierto todo el arsenal de manjares. Alguna parte de su tiempo lo  usaba para darle mantenimiento al avión y por la noche buscaba información en la computadora, estudiaba como usar el tesoro que ahora poseía. También se conectaba con su prima.

Su plan de vida empezaba a nacer, pero el conocimiento de la realidad que se encontraba más allá de la selva venía a la luz con mucho trabajo. Era un muchacho inteligente y se había dado cuenta ya del poder del dinero aunque no supiera qué hacer con su riqueza. Tampoco tenía ningún problema moral con relación al origen de su plata. Era como si le perteneciera por herencia y nunca se detenía a pensar en ello. Pero comprendía que no podía declarar que era dinero venido de la droga.

Conocer al mundo primero por una computadora para poder interaccionar con él era como si de momento una película dejara de ser ficción. Un joven que piloteaba un avión no había visto nunca un automóvil salvo en la pantalla de su laptop y a vuelo de pájaro en el único poblado que sobrevolaba. Pero comenzó a esforzarse en comprender lo que había más allá de la maraña de árboles.

Se había comprometido a buscar al Mesías con el apóstol Pedro y las dos novias aunque Leonor le afirmaba que el Mesías no había llegado. Hizo una investigación de la cantidad de gasolina que necesitaría para ir a Europa en avión y ni pensarlo. Su aparato no serviría para eso. Buscó en Internet todas las opciones para un viaje largo y había solamente dos en la cual el combustible no era lo fundamental: navegación en barco de velas o en dirigibles eléctricos con celdas solares. Ambas opciones le gustaban y tendría que seguir estudiando para decidirse por una. El dirigible, según leyó, permitía una apasionante aventura en un viaje alrededor del mundo pero desde hacía mucho tiempo unos pocos surcaban el cielo y no había casi lugares con facilidades para amarrarlos. De manera que se adecuaba más para quienes quisieran viajar sin muchas escalas que no era el caso de él.

La navegación marítima no era su fuerte, solo había visto algunos barcos desde el avión, sin embargo permitía viajar de puertos en puertos. El viaje en barco de vela tenía el inconveniente de que no podía partir desde el lugar en que se encontraba. Tampoco podía llegar hasta un navío con su avión pues no había la posibilidad de abordarlo.

Todavía quedaba una opción más que viajar a través de la aviación comercial. Pero se enteró que para esto hacía falta un pasaporte y una visa. Ese día no pudo resolver ese problema. Sus pensamientos se quedaron sin solución pero dejó abierta una pregunta para luego respondérsela ¿por qué no usar todas las vías en conjunto para la solución del problema? 

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