38 Todo parecía que esta era una boda al estilo aborigen

28.04.2016 01:00

A Jesús Almansa en el bohío de la familia de la muchacha lo recibieron contentos, el padre, la madre y la joven que le sonreía coqueta. Él hablaba mientras hacía señas para hacerse entender, les decía que la pedía en matrimonio y que se casaría ese mismo día. A dura penas los padres trataban de comprender, quizás las señas de los indios fueran diferentes. El doctrinero se ponía las manos en el corazón y después unía los índices de ambas para seguidamente señalar hacia arriba. Cuando la joven se acercó atrevidamente al joven europeo y lo besó los padres se rieron y dijeron claramente sí en el más puro castellano. Después la alegría se les notaba a todos. La madre salió sin despedirse y a los pocos minutos el frente de la casa estaba lleno de los vecinos. Todo parecía que esta era una boda al estilo aborigen.

El español tomó de las manos a la joven y caminó hacia el mismo lugar donde el día anterior le había quitado la virginidad. La joven iba sonriente. Al llegar a la poza donde se bañaron el hizo señas del cielo y de la cruz y le preguntaba si aceptaba a Jesús como el hijo de Dios y el salvador de la humanidad. Posiblemente la joven entendiera muy poco de lo que le preguntaba, pero a todo respondía que sí en castellano y al doctrinero le bastaba. Después la sumergió en el río y hundió su cabeza en el agua mientras hacía sus plegarias. Fue el primer bautizo de este servidor de la Iglesia y decidió que la joven tendría nombre cristiano y la llamó María de Fernandina.

Cuando regresaron en todo el poblado se había corrido la voz de que el español y la joven se amaban y se unían en matrimonio. El cacique declaró areíto y la gente comenzó a festejar.  La máxima autoridad del poblado estaba sentada en su hamaca que colgaba de dos árboles y contemplaba la alegría de su pueblo. Llamó a uno de sus ayudantes y este reunió a ocho otros jóvenes y se fueron. Jesús que trataba de bailar al estilo de los indios sin muchas habilidades notó esto sin explicarse para qué se habían ido, pero, pasada unas horas los mancebos regresaron cargados de varas, pencas de palmeras, yaguas y bejucos. En una pequeña elevación comenzó la construcción de un nuevo bohío en la que participaron otros jóvenes. En menos de otras dos horas una lindo choza aumentaba el número de viviendas del lugar. En el piso la tierra había sido compactada con un tronco gordo y pesado y se le había regado ceniza y mojado ligeramente para que adquiriera dureza. Era de una sola habitación, pero amplia como para recibir invitados. Dos hamacas nuevas cercanas entre sí completaban el hogar.

Jesús que había sido conducido por algunos indios junto con María de Fernandina se quedó atónito. Los dejaron solos y miró a su bella esposa la cual reía gozosa. Fue entonces que se dio cuenta de que la amaba, pues, había tenido poco tiempo para pensar en el amor en medio del temor a Dios y el cumplimiento del deber.

Esa noche Pánfilo casi consume toda la reserva de vino que había traído. Mientras los jóvenes amantes posiblemente hicieran el amor el encomendero odiaba al doctrinero con todo el veneno de su corazón. Ella y no otra india era la que le interesaba. Pensó que hasta con las nativas los hidalgos llevaban las ventajas sobre los simples súbditos del rey. Ese día si alguien pudiera oler su alma seguramente se daría cuenta de que apestaba.

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