Platero y yo

03.05.2016 12:44

Cuando comienzo esta cuasi reseña para la librería libro Platero y yo del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez me acuerdo que fue en tercero o cuarto grado que tuve el primer contacto con el autor (hace mucho, pero tantos años que no puedo precisar), sin embargo, según el autor: “Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren”. Tiene mucha razón. El hecho de no escribir para los infantes no quiere decir que no llegue a ellos algún mensaje porque los niños son muy gustosos de leer sobre animales, y sobre todo sobre la ternura con estos seres vivos. En esto el autor que hemos traído aquí es un “fuera de liga” como dijéramos en mi país para resaltar los valores del genial español.

Publicado en 1914 con una edición completada en 1917, todavía en 1920 siguió completando con dos capítulos más, después de los 138 de la Editorial Calleja, Madrid. Realmente tuvo el propósito de escribir una segunda parte y dejó algunos esbozos.

Quizás este sea el fragmento más citado, no porque esté al inicio sino porque de un relámpago nos adelanta estilo y contenido de uno de los más maravillosos libros escritos en lengua española: “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...” 

A mi juicio, muchas de las organizaciones de protección animal se han olvidado que Platero y yo existe; un símbolo que sobrepasa la literatura y se adentra en el respeto a la vida general, en el amor mucho más amplio, en una poesía en prosa que retrata la hispanidad y encuentra su identidad como ente social soñador. Es una premisa de nuevos tiempos todavía no explorada en toda su profundidad. Nosotros le damos a los lectores esa oportunidad de encontrar dimensiones perdidas, porque una obra de esta categoría es infinita en las entregas de emociones. Juan Ramón Jiménez necesita seguir creciendo en nosotros y nosotros necesitamos acariciar a Platero para encontrar nuestro yo definitivamente.